Este conjunto residencial de ocho pisos redefine el paisaje urbano al incorporar en su base una plaza pública ajardinada y un área verde de uso libre. El zócalo totalmente permeable invita al peatón a recorrer y apropiarse del espacio, estableciendo un vínculo fluido entre la calle, el nuevo pulmón vegetal y la vida interior del edificio. La volumetría en altura se presenta como un cuerpo ligero que se eleva sin obstruir visuales y, al mismo tiempo, genera sombra sobre el ágora verde.

La fachada cobra vida gracias a balcones alternantes dotados de amplias jardineras integradas, una estrategia que devuelve la naturaleza a la ciudad y rompe la monotonía del alzado. Cada voladizo actúa como elemento de protección solar, atemperando la radiación directa y potenciando el confort térmico de las viviendas. El contraste entre bandas horizontales blancas y paneles de madera aporta un sello contemporáneo y cálido, mientras los huecos acristalados maximizan la conexión visual con el entorno.