Esta residencia, situada en la ladera de Tumaco, Quito, se despliega con generosos ventanales y lucernarios que maximizan la entrada de luz natural durante todo el día. La planta abierta y los planos inclinados de madera permiten que el sol matutino se filtre hasta el corazón de los espacios interiores, creando un juego constante de luces y sombras que resalta la calidez del mobiliario. La orientación cuidadosa optimiza tanto la incidencia solar como el confort térmico, reduciendo la necesidad de iluminación y climatización artificial.

La arquitectura fluye sin barreras entre dentro y fuera: los enormes paneles de vidrio correderos se retraen para abrir el salón y el comedor hacia la terraza, la piscina y el jardín enmarcado por la cordillera. La ventilación cruzada es protagonista, pues los patios y aislamientos vegetales canalizan las brisas andinas, refrescando naturalmente las estancias. Cada espacio invita a prolongar la estadía al aire libre, enfatizando la conexión visual y sensorial con el paisaje.

Construida con piedra sinterizada, aluminio anodizado y madera maciza de alta durabilidad, la propuesta material es a la vez noble y funcional. Los acabados minimalistas rinden homenaje al legado de Richard Neutra, Rudolf Schindler y Mies van der Rohe: líneas puras, estructura expuesta y un lenguaje atemporal que persigue el equilibrio perfecto entre forma y función.